La comunicación inclusiva es una pieza fundamental para lograr entornos de trabajo amigable con las personas neurodivergentes (autismo, TDAH, dislexia, etc). Pequeñas adaptaciones en los estilos y herramientas de comunicación es clave para fomentar una verdadera neuroinclusión y para construir espacios de trabajo donde todos puedan aportar su talento de manera efectiva.
Comprendiendo las diferencias en la comunicación
Las personas neurodivergentes, como aquellas con autismo, TDAH o dislexia, pueden experimentar la comunicación de manera distinta a la norma socialmente establecida. Algunas pueden preferir la comunicación escrita sobre la verbal, mientras que otras pueden requerir instrucciones claras y concisas para procesar la información de manera efectiva.
Por ejemplo algunas personas autistas no hablan o hablan mínimamente, pero pueden comunicarse de manera efectiva utilizando dispositivos de asistencia, la escritura u otros métodos. La suposición común de que las personas no hablantes carecen de capacidad intelectual refleja un sesgo; de hecho, muchas personas no hablantes son muy inteligentes, pero se las subestima.
Por otro lado, algunas personas pueden sentirse incapaces de hablar en determinados entornos o bajo condiciones específicas , aunque puedan comunicarse con fluidez en otros contextos.
Prejuicios y falta de compresión (por falta de formación).
Estas diferencias no reducen la capacidad de la persona. De hecho, las personas que experimentan el mundo de manera diferente aportan perspectivas valiosas y únicas al lugar de trabajo, junto con habilidades valiosas. Sin embargo, los prejuicios y la falta de comprensión pueden conducir a la exclusión en los procesos de contratación, las asignaciones de equipos y las oportunidades de liderazgo.
Es fundamental reconocer que la comunicación no es un proceso universal y estandar, sino una experiencia individual que puede verse influenciada por diversas formas de percepción y procesamiento sensorial. Adaptarse a estas diferencias permite generar un entorno laboral más inclusivo y productivo.
Estrategias para una comunicación inclusiva
Para promover la neuroinclusión en la comunicación laboral, es recomendable implementar algunas prácticas efectivas, tales como:
1. Claridad y estructura en los mensajes
Proporcionar instrucciones concretas y estructuradas puede ayudar a reducir la incertidumbre y facilitar la comprensión de tareas y expectativas. Utilizar listas, cronogramas visuales o documentos detallados permite mejorar la organización y la productividad.
2. Espacios de comunicación alternativos
No todas las personas se sienten cómodas en reuniones presenciales o videollamadas. Proporcionar canales de comunicación alternativos, como correos electrónicos, chats o herramientas de gestión de proyectos, puede ofrecer opciones más accesibles.
3. Fomento de la escucha activa
Escuchar de manera activa implica prestar atención no solo a las palabras, sino también a la intención y el contexto del mensaje. Evitar interrupciones y validar las experiencias y opiniones de las personas neurodivergentes fortalece la confianza y el sentido de pertenencia.
4. Evitar el lenguaje ambiguo
El uso de expresiones literales y la eliminación de jergas o doble sentido en la comunicación ayuda a evitar malentendidos. La claridad favorece una mejor comprensión y evita interpretaciones erróneas.
5. Capacitación en sensibilización
Proporcionar formación continua a los equipos sobre las diferencias en la comunicación neurodivergente contribuye a fomentar la empatia y el respeto mutuo. Esto facilita la creación de un entorno laboral más acogedor y equitativo.
Beneficios de una comunicación inclusiva
Adoptar estrategias de comunicación inclusiva no solo beneficia a las personas neurodivergentes, sino que también fortalece la cultura organizacional en su conjunto. Algunos de los beneficios clave incluyen:
- Mayor compromiso y retención del talento, al crear un ambiente donde todos se sienten escuchados y valorados.
- Aumento de la productividad, gracias a la claridad en la asignación de tareas y expectativas.
- Mejora de la innovación, al permitir que diferentes perspectivas y habilidades se integren de manera efectiva.
- Reducción de conflictos, al minimizar los malentendidos y fomentar la cooperación.