La semana pasada tuvimos la ocasión de participar en una mesa redonda sobre TDAH en el Colegio Areteia.
Areteia es un centro pionero en «la atención a la diversidad del alumnado» y fue muy inspirador escuchar el testimonio de antiguos alumnos con TDAH que hablaban de la fortuna de haber podido ir a un colegio que les dotara de los conocimientos, las herramientas y la seguridad para afrontar con éxito una vida adulta llena de desafíos. Porque, aunque los síntomas del TDAH se puedan manifestar de forma diferente en la edad adulta, no desaparecen. Ni sus desafíos ni sus enormes superpoderes.
Por eso se necesitan colegios, universidades y empresas con la sensibilidad de entender que no todas las personas aprenden ni procesan la información de la misma manera y que todas son válidas y NECESARIAS. Porque (afortunadamente!) no hay dos cerebros iguales.
El TDAH se transforma pero no desaparece
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es comúnmente percibido como un diagnóstico infantil. Sin embargo, para muchas personas, no se trata de una fase que desaparece con el paso de los años. Aunque algunos síntomas pueden cambiar o atenuarse, las dificultades asociadas al TDAH persisten en la vida adulta y se manifiestan de manera distinta según el entorno. Lo que en la infancia aparecía como distracción en clase o impulsividad, en la adultez se traduce en retos organizativos, gestión del tiempo y sobrecarga mental, especialmente en el entorno laboral.
Del aula a la oficina: desafíos que evolucionan
En el trabajo, las personas con TDAH pueden enfrentarse a dificultades para mantener la concentración durante tareas largas o repetitivas, priorizar actividades, cumplir plazos o manejar múltiples proyectos al mismo tiempo. También es habitual experimentar fatiga por el esfuerzo constante que requiere compensar estas dificultades, sobre todo cuando no existen apoyos estructurados.
El valor de sus talentos
A pesar de estos desafíos, el TDAH también se asocia con una serie de talentos y fortalezas que pueden ser de gran valor para las organizaciones. Muchas personas con este perfil destacan por su creatividad, pensamiento rápido, capacidad para encontrar soluciones poco convencionales y una gran energía cuando trabajan en entornos dinámicos. También pueden mostrar una notable sensibilidad hacia los demás, intuición y entusiasmo contagioso cuando se sienten motivadas.
La importancia de formar a la empresa en neurodiversidad
Para que estas cualidades puedan desarrollarse en el entorno laboral, es necesario que las empresas adopten un enfoque neuroinclusivo. La formación en neurodiversidad resulta clave: permite a los equipos de recursos humanos, responsables de equipo y compañeros comprender mejor cómo funciona el TDAH, evitar prejuicios y generar una cultura de trabajo más empática y efectiva.
Pequeñas adaptaciones, grandes impactos
Además, no es necesario hacer grandes cambios para marcar la diferencia. Pequeñas adaptaciones pueden suponer un gran apoyo: permitir el uso de auriculares para reducir distracciones, ofrecer flexibilidad en la gestión del tiempo, facilitar instrucciones por escrito o dividir grandes tareas en fases más manejables son solo algunos ejemplos. Estas medidas, lejos de suponer un coste para la empresa, pueden mejorar el bienestar y el rendimiento de toda la plantilla.
Acompañar el TDAH a lo largo de la vida laboral
Reconocer que el TDAH no se limita a la infancia implica entender que las personas neurodivergentes necesitan apoyo continuo, también en la etapa adulta. Las dificultades que surgieron en el colegio no desaparecen, simplemente se transforman. Cuando una empresa se forma en neurodiversidad y crea espacios más accesibles, no solo está respetando la diversidad, también está potenciando el talento que de otro modo podría quedar oculto o infrautilizado.
Crear entornos laborales donde el TDAH y otras formas de neurodivergencia se comprendan y valoren es una inversión a largo plazo. No se trata de corregir a la persona, sino de adaptar el entorno para que todo el equipo pueda dar lo mejor de sí mismo.