En el día mundial de la dislexia, me gustaría contaros el caso, imaginario pero muy real, de Julia.
Estadísticamente, es probable que en un equipo de 10 personas pueda haber una persona con algún nivel de dislexia. En nuestro caso, esa persona se llama Julia.
Desafíos de la dislexia
Julia tiene una dificultad específica de aprendizaje que afecta principalmente a sus habilidades de lectura y escritura. Sin embargo, la dislexia no solo afecta a estas áreas, muy probablemente Julia tenga dificultades para procesar y recordar la información que ve y escucha, lo que afecta a su aprendizaje y desempeño. Además la dislexia también puede afectar a otras áreas como la coordinación, las matemáticas, el control del tiempo, las habilidades de organización y la memoria.
Julia nació con dislexia y morirá con dislexia, es una condición hereditaria con origen genético. Seguramente se la detectaron de pequeña y tuvo un pasado en el colegio lleno de dificultades, pero también ahora, ya en la edad adulta, sufre muchos otros desafíos en su día a día y en su trabajo.
Fortalezas asociadas a la dislexia
Sin embargo, no todo son malas noticias, ni mucho menos. A pesar de las dificultades, y como ocurre con otras condiciones de neurodivergencia (TDAH, autismo, etc.), la dislexia le ha concedido a Julia fortalezas excepcionales como el pensamiento disruptivo, la creatividad, la capacidad de emprendimiento y la capacidad de abstracción.
Con su forma de pensar “diferente”, Julia es capaz de aportar soluciones fuera de la caja a problemas complejos y de detectar espacios de innovación de otros no lo consiguen. No es de extrañar que muchas de las personas que han sido capaces de revolucionar el mundo como Steve Jobs, Richard Branson, Pablo Picasso o Albert Einstein, fueron disléxicas.
La empresa neuroinclusiva
Julia es una afortunada en su lugar de trabajo. Trabaja en una empresa concienciada de los beneficios de tener una cultura neuroinclusiva. Capaz de atraer, retener y aprovechar el talento de las personas neurodivergentes y convencida de la riqueza que aporta la neurodiversidad en las empresas.
Una empresa que ha conseguido convertirse en un espacio amigable para personas con TDAH, dislexia o autismo, entre otras condiciones, eliminando prejuicios y adoptando pequeños ajustes razonables en sus formas de trabajar, comunicación interna, espacios ambientales y herramientas de trabajo.
Desafortunadamente el caso de la empresa de Julia no es muy habitual, todavía. Si bien es cierto que en países anglosajones están mucho más avanzados en políticas de neuroinclusivas, en los de habla hispana, donde el esta cultura está llegando con mucha fuerza, todavía nos queda mucho recorrido.
Hoy es un buen día para visibilizar y concienciar sobre la dislexia, pero también el resto de neurodivergencias. Los neurodivergentes, un 20% de la población, son personas que aprenden, piensan y sienten de forma sustancialmente diferente. Como hemos visto en el caso de Julia, la neurodivergencia genera desafíos pero también capacidades excepcionales. Las empresas, como agentes de cambio, tienen ahora una oportunidad extraordinaria para abrazar la neuroinclusión en sus políticas de diversidad, de reclutamiento y de bienestar laboral.